Los comportamientos violentos de algunos menores hacia compañeros suyos o hacia sus padres pueden derivarse de carencias educativas pero también de trastornos de la conducta. Son un tipo de trastornos que pueden tratarse con fármacos y terapia psicológica. Los especialistas insisten en la importancia de la detección precoz, hacia los 7 u 8 años de edad, y es que el carácter agresivo de los niños en la infancia puede convertirse en violencia en la adolescencia.Actualmente, existe una problemática creciente de adolescentes con este tipo de trastornos y padres que, impotentes, no saben cómo gestionarlos.Estos trastornos abarcan muchas características diferentes, entre las más destacadas:
En consulta es habitual tener demandas de padres desesperados que me explican que su hija o hijo están descontrolados. Adolescentes desde los 12 y 13 años de edad que empiezan contestando mal y que al final incluso llegan a romper cosas en casa o a pegar a los padres. A los 16 y 17 la situación todavía se complica más, pues muchos de ellos consumen alcohol y drogas y sus comportamientos se vuelven más violentos e inesperados. Algunos se escapan de casa o salen de fiesta y no vuelven hasta el día siguiente. Dejan de ir al colegio o incluso acaban expulsados.Cuando este tipo de casos son muy extremos no se pueden llevar de forma ambulatoria, es decir, no es suficiente con ver el menor en terapia una vez a la semana o cada dos semanas sino que se requiere un seguimiento más continuado. Lamentablemente ninguna de las soluciones actuales es buena, pues sinceramente creo que existe un déficit en el sistema de salud público y privado, un vacío que no cubre las necesidades de estos niños y de sus familias.
La realidad es que a menudo ninguna de estas tres opciones soluciona el problema, que se acaba alargando hasta ya entrada la edad adulta del menor. Por suerte, muchos de estos niños con trastornos de conducta, cuando crecen, a partir de los 20 o 25 años hacia arriba, empiezan a calmarse de forma natural.
En la mayoría de los casos, el problema no radica sólo en el menor, sino que también son sus padres que, al no saber gestionar adecuadamente la situación, potencian estos comportamientos. Por lo tanto, es muy importante que los padres y madres asistan a terapias enfocadas a entender el trastorno de su hijo/a y a entender cuál es la mejor manera de abordar la situación cuando aparecen conflictos en casa.También acostumbro a recomendar que los padres acudan a asociaciones o grupos de padres que tengan hijos con las mismas características para poder compartir experiencias, apoyo y consuelo.En esta breve noticia de TV3, observamos una pequeña pincelada de esta trágica realidad.
Helena Romeu Llabrés
Psicóloga clínica
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