¿Cómo detectar a una persona mentirosa?
Cómo es una persona mentirosa
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Detectar a alguien que miente no es tarea sencilla en todos los casos. Casi todo el mundo se siente inquieto al mentir y puede manifestar su ansiedad mediante pequeños tics: un suspiro, una mirada desviada, un carraspeo, llevarse una mano a la cara (fingiendo rascarse por ejemplo)… pueden ser indicios que delaten la falsedad.
Pero el comportamiento durante la mentira es algo que puede ser entrenado. Los agentes secretos y los jugadores de poker son personas hábiles en ocultar su real modo de pensar. Hay gentes que no requieren entrenamiento. Los mentirosos habituales, o compulsivos o patológicos, mienten con gran facilidad y cuesta mucho pillarlos.
Podemos pensar que se creen sus propias mentiras, pero esto no es en absoluto necesario. Lo más cierto es que les da igual mentir que no; decir una mentira no les crea inquietud; no temen que les descubran porque lo que ellos dicen, aunque no sea verdad, podría serlo y, por tanto, debe ser creído. Al considerar que lo que dicen es digno de ser creído, consideran que lo normal es que los demás lo creas y no les cabe en la cabeza que no sea así. Si su personalidad es narcisista, todavía peor.
La ausencia de incertidumbre y de inquietud, comporta en tales personas un estado emocional “alterado” pero en el sentido contrario al habitual. Anormal precisamente por parecer muy normal a pesar de coincidir con un embuste. Estas personas serían capaces de pasar la prueba del polígrafo que mide no exactamente mentiras, sino alteraciones emocionales momentáneas. Mienten con total tranquilidad. Creen que lo que dicen, aún sin ser verdad, PODRÍA SERLO, y debe ser creído por los demás. El polígrafo no revela la ansiedad que se produciría en el caso de sentir escrúpulos o inseguridad.
De ahí que la respuesta a la pregunta que encabeza este artículo no tenga una respuesta fidedigna. Solamente los expertos en interrogatorios, que trabajan en agencias de contraespionaje o similares, sean capaces, y no al 100 %, de desenmascarar a los impostores enfermizos… o a los grandes espías.
Las conductas no verbales, como desviar la vista, llevarse una mano a la boca (a la cara en general) sirven en el caso de personas normales y avalan aquello de que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. Excepto si se trata de un mentiroso patológico o profesional.
Detectar a una persona mentirosa ¿Cómo coger a un mentiroso?
Cuando alguien miente es para obtener un beneficio. Todos mentimos algunas veces, y se acepta cuando se trata de pequeñas mentirijillas como excusas para evitar alguna contrariedad. Por ejemplo: “Dile que estoy en el baño” cuando llaman por teléfono y no queremos ponernos.
Este tipo de mentiras, aunque frecuentes y “soportables” socialmente, siempre son un error. No se afronta un problema de cara sino mediante una ficción, un engaño para los demás y para nosotros mismos. ¿Cuál es el límite?
Ponemos como límite el mismo que debemos fijar para cualquier conducta: dañar los derechos reales de los demás. En el caso del ejemplo (no ponerse al teléfono) casi nunca atacaremos un derecho. Es difícil que alguien tenga el derecho a hablarnos por teléfono. Pero, en ese caso, tampoco sería necesario mentir; tendríamos que entrenarnos en conducta asertiva para dejar claro que no nos ponemos porque, en este momento, no lo consideramos oportuno.
Pero si las mentiras afectan derechos de otras personas, la cosa cambia. Las personas con quienes tenemos confianza mutua tienen derecho a nuestra sinceridad, y a la recíproca. Las personas que mienten para mejorar su imagen o evitar cualquier tipo de responsabilidades están dañando la relación… y directamente a quienes, creyendo los embustes, se equivocarán en sus expectativas y quedarán frustradas cuando la realidad desmienta los embustes.
Detectar los embustes, a la larga es inexorable. Pero ¿cómo percibirlos cuando aún no es demasiado tarde?
El que engaña suele decir aquello que el engañado acepta oír. A menudo, lo que quiere oír. Es difícil que las personas directamente interesadas perciban el fraude. Pasa como en los juegos de magia; el mago manipula la mente y la atención del espectador para que no se fije en lo que está haciendo realmente sino en lo que pretende hacer. Igual lo hace el embustero: mezcla verdades y falsedades, las primeras muy evidentes, para que enmascaren las invenciones del impostor.
Es importante que las personas del entorno que no vean claro ante las explicaciones y fábulas sean valientes e informen a las personas interesadas, o a sus allegados, para que estén avizor y se cuestionen las quimeras del farsante por bien tramadas que estén.
Licenciatura en Psicología, Universitat Oberta de Catalunya.
Título de experto en Terapia Cognitiva, Universitat Ramon Llull.
Formación específica en Hipnosis Clínica, Gabinet mèdic i psicològic Dr. Romeu.
Licenciatura en Ciencias de la Información, Publicidad y RRPP, Universitat Ramon Llull.