Culpa y castigo
“Una persona que se siente culpable se convierte en su propio verdugo”, Lucio Anneo Séneca
Culpa y castigo
La culpa es un sentimiento que aparece cuando consideramos o imaginamos que hemos cometido un error (por acto u omisión) que perjudica o daña a terceras personas. De esta forma la culpa tiene un significado plenamente moral, por lo que aparece en el seno de la civilización.
Este sentimiento si bien nos permite conocer que hemos actuado de forma incorrecta, puede ser al mismo tiempo brutal y destructivo. De hecho la culpa es un sentimiento claramente asociado al castigo. Y el castigo duele (física o psico-emocionalmente), provoca rabia y/o miedo.
La culpa agrede. Cuando uno se ve invadido por este sentimiento, se critica duramente y sufre doblemente, por el error cometido y por el castigo que se infringe a sí mismo.
Creencias como ha pasado por mi culpa por lo que me merezco esto, soy egoísta o mala persona, nos torturan. Porque no hay nada peor, que creerse mala persona en una civilización que basa sus cimientos en el bien y el mal.
De esta forma el sentimiento de culpabilidad daña la imagen que uno tiene de sí mismo, perjudicando la autoestima y generando remordimientos, ansiedad, inseguridad y tristeza.
Culpa y castigo, las dos caras de una misma moneda. Doble sufrimiento y ninguna funcionalidad que permita mejorar o crecer.
“Por mi culpa” de Javier Estrada
Pensemos, ¿qué podemos sentir cuando alguien nos castiga?
- Culpa: por lo que el castigo se duplica, debido a que uno mismo sufre no solo por el castigo impuesto desde fuera, sino también por sus duras y hasta a veces crueles críticas que cuestionan su integridad como persona.
- Rabia: si consideramos que el castigo es injusto, la rabia nos invade en contra del sujeto castigador, por lo que la relación se ve turbada por la ira y se ven facilitadas las posibles respuestas agresivas.
- Miedo: miedo hacia el “justiciero”, temor al error. Cuando el castigo impuesto es físico desmesurado o frecuente, la persona que lo sufre desarrolla miedos y fuertes inseguridades.
Por lo tanto, quede claro que cuando nos culpamos, nos castigamos y nos perjudicamos con menor o mayor severidad, según la valoración que hacemos de nuestros errores y de nosotros mismos.
Todos nos equivocamos, es inevitable hacerlo siendo lo que somos, personas. Es por lo tanto, también inevitable en algún momento, dañar al otro, porque no siempre podemos complacer o estar allí, o simplemente, no obramos como el otro espera de nosotros. Sin embargo, y a mi parecer, lo que marca la diferencia, es la intencionalidad de la acción y la reparación del error.
Además, el sentimiento de culpa también tiene otra característica asociada, ya que mientras nos torturamos a base de duras críticas y sufrimos por remordimiento, alejamos la posibilidad de tomar una actitud activa de reparación. Así pues, la culpa nos hace mal y nos impide avanzar.
¿Qué podemos hacer cuando nos equivocamos o creemos que nos equivocamos con los demás?
- Reconocer y aceptar el error
- No cuestionar nuestra persona, sino el error.
- Procurar aprender del error para futuras ocasiones.
- Pedir perdón
- Responsabilizarnos del error, procurando repararlo, si esto está en nuestras manos.
Y por último, las claves para no caer en la culpa y sí promover el sentimiento de responsabilidad:
- Aceptación incondicional de uno mismo
- Aceptación del error como parte humana
Laia Oliva
Psicóloga-Psicoterapeuta
Licenciatura en Psicología, Universitat Oberta de Catalunya.
Título de experto en Terapia Cognitiva, Universitat Ramon Llull.
Formación específica en Hipnosis Clínica, Gabinet mèdic i psicològic Dr. Romeu.
Licenciatura en Ciencias de la Información, Publicidad y RRPP, Universitat Ramon Llull.