Trastornos de conducta en niños
Los trastornos de conducta infantil
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Los comportamientos violentos de algunos menores hacia compañeros suyos o hacia sus padres pueden derivarse de carencias educativas pero también de trastornos de la conducta. Son un tipo de trastornos que pueden tratarse con fármacos y terapia psicológica. Los especialistas insisten en la importancia de la detección precoz, hacia los 7 u 8 años de edad, y es que el carácter agresivo de los niños en la infancia puede convertirse en violencia en la adolescencia.
Actualmente, existe una problemática creciente de adolescentes con este tipo de trastornos y padres que, impotentes, no saben cómo gestionarlos.
Estos trastornos abarcan muchas características diferentes, entre las más destacadas:
- No hacer caso de la autoridad.
- Tendencia a la impulsividad.
- Problemática con los límites.
- Predisposición a las conductas de riesgo.
- Carácter desafiante y violento.
- Buscan la confrontación y el conflicto.
- Con tendencia a la mentira y a la manipulación.
Mi hijo está descontrolado ¿Qué hago?
En consulta es habitual tener demandas de padres desesperados que me explican que su hija o hijo están descontrolados. Adolescentes desde los 12 y 13 años de edad que empiezan contestando mal y que al final incluso llegan a romper cosas en casa o a pegar a los padres. A los 16 y 17 la situación todavía se complica más, pues muchos de ellos consumen alcohol y drogas y sus comportamientos se vuelven más violentos e inesperados. Algunos se escapan de casa o salen de fiesta y no vuelven hasta el día siguiente. Dejan de ir al colegio o incluso acaban expulsados.
Cuando este tipo de casos son muy extremos no se pueden llevar de forma ambulatoria, es decir, no es suficiente con ver el menor en terapia una vez a la semana o cada dos semanas sino que se requiere un seguimiento más continuado. Lamentablemente ninguna de las soluciones actuales es buena, pues sinceramente creo que existe un déficit en el sistema de salud público y privado, un vacío que no cubre las necesidades de estos niños y de sus familias.
Opciones posibles son:
- Vincularlos al CAP y que el adolescente vaya a un centro de día: En este caso, estamos hablando de que el menor vaya varias horas a la semana a un centro vinculado a la sanidad pública en el que recibirá terapia psicológica continuada, seguimiento psiquiátrico, y al mismo tiempo compartirá espacio en sesiones grupales con otros adolescentes con dificultades parecidas. Para poder acceder a todo esto tenéis que contactar con el pediatra del niño para que os informe de las opciones y lo vincule a estos circuitos.
- Ingresar en un centro privado: Otra opción, sobre todo cuando la situación familiar es insostenible, es ingresarlos en un centro privado para menores. En estos sitios pueden permanecer períodos de días hasta años. Normalmente se subvencionan con el seguro escolar, de manera que si el niño está escolarizado, la estancia en el centro quedará mayormente cubierta por este seguro.
- Ingresos puntuales en el hospital de referencia: A parte de esto, la única posibilidad son ingresos de como máximo uno o dos meses en el hospital de referencia dónde intentarán estabilizar el menor (normalmente con medicación) y después le darán el alta para que vuelva a casa.
La realidad es que a menudo ninguna de estas tres opciones soluciona el problema, que se acaba alargando hasta ya entrada la edad adulta del menor. Por suerte, muchos de estos niños con trastornos de conducta, cuando crecen, a partir de los 20 o 25 años hacia arriba, empiezan a calmarse de forma natural.
La problemática también viene de los padres
En la mayoría de los casos, el problema no radica sólo en el menor, sino que también son sus padres que, al no saber gestionar adecuadamente la situación, potencian estos comportamientos. Por lo tanto, es muy importante que los padres y madres asistan a terapias enfocadas a entender el trastorno de su hijo/a y a entender cuál es la mejor manera de abordar la situación cuando aparecen conflictos en casa.
También acostumbro a recomendar que los padres acudan a asociaciones o grupos de padres que tengan hijos con las mismas características para poder compartir experiencias, apoyo y consuelo.
En esta breve noticia de TV3, observamos una pequeña pincelada de esta trágica realidad.
Helena Romeu Llabrés
Psicóloga clínica
Licenciatura en Psicología, Universitat Oberta de Catalunya.
Título de experto en Terapia Cognitiva, Universitat Ramon Llull.
Formación específica en Hipnosis Clínica, Gabinet mèdic i psicològic Dr. Romeu.
Licenciatura en Ciencias de la Información, Publicidad y RRPP, Universitat Ramon Llull.
1 Comment
Hola, es importante lo que has comentado del grupo de padres, puesto que en muchas ocasiones estos son también grandes olvidados. Tanto padres como hermanos.