Terrores nocturnos

La fobia a la oscuridad es un miedo acusado y persistente a permanecer en la oscuridad. También, se puede denominar “nictofobia”, es decir, miedo a la noche.

Muchos niños temen la llegada de la noche y alargan al máximo la hora de irse a dormir. En ocasiones, los ruidos de la calle, alguna sombra de la casa, sus propias fantasías…hacen que la oscuridad sea una de las situaciones más temidas por los pequeños.

Para los padres, significa también un momento de angustia el no saber resolver la situación de forma airosa, por desesperarse cada noche al ver como se alarga la hora de acostarse de los pequeños y por no saber ayudar a sus hijos con los miedos que presenta.

Es importante tener en cuenta que el miedo a la oscuridad está asociado a la edad de nuestros hijos. La franja inicial de aparición, suele rondar los 3 años de edad y tiende a desaparecer a los 9 años.

Establecer rutinas favorece el descanso y el sueño de nuestros hijos. La rutina proporciona seguridad y estabilidad en nuestros hijos y les ayuda a comprender el funcionamiento del día a día. Que la hora de irse a dormir vaya seguido de unas rutinas que siempre suceden de la misma manera, ayudará al niño a anticiparse a lo que sucederá a continuación, aportándole tranquilidad.

Desde la Asociación de Pediatría se aconseja que un niño de 3 a 5 años duerma entre 11 y 12 horas al día. Los niños de 6 a 12 años deberían dormir entre 10 y 11 horas diarias. Por último, los niños mayores de 12 años necesitan unas 9 horas de sueño. Por ello, es importante que la familia se organice para proporcionar esas horas de descanso a sus hijos.

El miedo de nuestros hijos a la oscuridad ocasiona muchas limitaciones y malestar en ellos. En muchas ocasiones, declinan ir a unas colonias escolares, ir a dormir a casa de un amigo, arrastran cansancio, generan discusiones, provocan irritabilidad…por ello, en los casos que supone un problema y un desajuste familiar es aconsejable pedir ayuda profesional para superarlo.