Personas altamente sensibles
Son muchas las veces que en consulta aparecen mujeres u hombres, con más frecuencia mujeres, que se quejan o lamentan de ser demasiado sensibles, “yo, es que las cosas me afectan demasiado y me hacen sufrir mucho”. Escuchando observo varias veces que la mayoría de ellos consideran la sensibilidad como sinónimo de “ser una persona débil” y se identifican con esta etiqueta demoledora para la autoestima: “soy el débil de la familia”, “siempre he sido débil”, “O me espabilo o la vida se me come”…
En terapia siempre procuro dar una mirada diferente al rasgo de la sensibilidad. “La sensibilidad nos permite gozar de la belleza, el arte y la naturaleza, también nos facilita tener niveles elevados de empatía con el entorno, nos hace valorar y querer al silencio y a la tranquilidad… la sensibilidad es bella por sí misma”.
Entonces puedo recibir una respuesta del tipo: “y, ¡de qué me sirve a mi esta sensibilidad, si lo único que hago es sufrir!”, “sí, es muy bonito lo que dices pero eso no te lleva a ninguna parte” – en consulta son varios quienes me han dicho en tono de broma que soy muy “hippie”, supongo que una forma de vestir no altamente formal ayuda y también quizás por ensalzar a la belleza de las cosas, a lo natural y espontaneo o genuino, por creer en las personas, o sea una forma simple de expresar mi confianza hacia su naturaleza “bondadosa”, a la vez que otorgar una importante carga de responsabilidad a la sociedad occidental actual, por dificultar el sentimiento de adaptación de muchas personas, potenciar el individualismo y la competitividad, facilitar sentimientos de inseguridad e inferioridad, también la aparición de muchos de los trastornos de tipo psicológico o favorecer también conductas personal o socialmente disfuncionales.
La sensibilidad
Es la capacidad que tienen los seres vivos de percibir sensaciones a través de los sentidos y de responder a los estímulos recibidos. La sensibilidad indica también la propensión natural de las personas a emocionarse ante la belleza (naturaleza, arte…) y la tendencia a lo sentimental.
Se trata de un rasgo de personalidad, por lo que hay personas menos sensibles y personas más sensibles. A nivel gráfico, la sensibilidad constituye una dimensión que imaginamos como si fuera una línea continua con sus dos extremos o polos. En uno están las personas más utilitarias u “objetivas”, que atienden más a lo operativo de las cosas y en el otro las que son más sensibles, sentimentales y/o estetas.
La alta sensibilidad
La persona altamente sensible percibe niveles de estimulación que pueden pasar inadvertidos por personas con menor sensibilidad. En ellas, su cerebro procesa la información de forma más elaborada y sutil.
El percibir un estímulo implica una reacción o respuesta. Para ello es necesaria la activación del sistema nervioso central. Las personas altamente sensibles presentan niveles de activación mayores, por lo que la estimulación a la que están expuestas diariamente pueden llevarlas más rápidamente a alcanzar un nivel de saturación que les haga sentir más cansadas o irritables.
Así, son personas que se abruman con más facilidad, tanto por la estimulación del exterior, física (por ejemplo, presentan umbrales más bajos al dolor) y/o sentimental. Y es este “abrumarse” lo que les acostumbra a general malestar y disconformidad con este rasgo suyo y especial. Y digo especial, porque se observa en alrededor del 15 al 20% de la población.
La cultura occidental es otro factor que genera sentimiento de inadecuación a las personas altamente sensibles, debido a que éste no es un rasgo bien valorado. Frecuentemente, podemos ver como los otros significativos o referentes de la persona altamente sensible, han intentado, con la mejor de las intenciones, ayudar a superar este “defecto suyo”. Porque tal y como decía antes, esta cultura promueve el individualismo y la competitividad para alcanzar “éxitos” en la vida. Ante esta presión, la persona altamente sensible sufre los despropósitos del sistema y le resulta más difícil responder de la forma socialmente deseada (por lo que puede tender a inhibirse). Empieza a recibir etiquetas como “débil”, “flojo”, “inseguro”, “tímido”… que con el goteo acaba por creerse y por lo tanto termina por autocumplirse.
A nivel social, las personas altamente sensibles tienden a mostrarse más tímidas, aunque no es siempre así. Por una parte, perciben más sutilezas en el entorno por lo que eso puede facilitar un mayor nivel de temor al juicio externo. Por otra parte, previamente en su historia, habrán vivido alguna situación social en que se hayan sentido por lo menos, incómodos. Este tipo de experiencia va conformando sentimientos de inseguridad y aumentan la sensibilidad interpersonal (sentimientos de inferioridad, inseguridad social…).
A nivel de introversión-extroversión, se considera que hay una mayor propensión de personas altamente sensibles introvertidas (70%) que extrovertidas (30%).
Ser introvertido es volverse más hacia dentro que hacia fuera. Es estar más con uno mismo y también valorar más lo subjetivo de la vida. En cambio el extrovertido vive más hacia fuera, le gusta estar en reuniones sociales y participa activa y abiertamente en ellas.
Se trata de personas que suelen escuchar atentamente al otro y mantener conversaciones serias y/o profundas. Presentan niveles elevados de empatía, por lo que se ponen con facilidad (e intensidad) en el lugar del otro, comprenden y atienden. Su nivel de empatía y sensibilidad les hace buenos consejeros, atentos a las necesidades de los demás, sensitivos e intuitivos. Sin embargo, niveles tan elevados de empatía pueden ser un inconveniente, ya que una cosa es ponerse en el lado del otro y comprenderle, la otra muy diferente es sentir de forma prolongada, lo que el otro. En relación a este aspecto también es frecuente escucharles frases del tipo “empatizo tanto con el otro que al final siempre creo que él tiene la razón y que soy yo la que me equivoco”.
A nivel personal, la alta sensibilidad que va asociada a niveles elevados de intuición, se relaciona con una mayor dificultad en la toma de decisiones. Así, las personas altamente sensibles debido a ser mayormente sensitivas e intuitivas, se abastecen de varias opciones en sus decisiones, debido a escuchar los ricos y diferentes matices de las cosas que perciben. Una amplia gama de opciones, con esta tendencia abstracta o “mental”, más bien poco práctica y utilitaria, les dificulta el tomar decisiones. O sea que también son fácilmente etiquetados como “indecisos”. Una persona intuitiva tiende a valerse más de sus propias impresiones y dejarse llevar por los sentimientos, dejando a un lado lo aparentemente “objetivo” y “práctico”.
Personas que sienten intensamente la belleza, el arte y la naturaleza pueden ser más contemplativas que ejecutantes. Mayoritariamente creativas y con altas dosis de imaginación, son muchos los artistas altamente sensibles. Por cierto, otra etiqueta común que se les suele atribuir es la de ser “flower power”…
Al ser personas más mentales, tienden a ser más reflexivas y precavidas. Son concienzudas e intentan no cometer errores en sus quehaceres, les abruma sentir presión y trabajan mucho mejor en un ambiente tranquilo y harmonioso. Sienten incomodidad e incluso malestar ante situaciones hostiles/agresivas, impetuosas y competitivas.
Laia Oliva
Psicologa-Psicoterapeuta
Licenciatura en Psicología, Universitat Oberta de Catalunya.
Título de experto en Terapia Cognitiva, Universitat Ramon Llull.
Formación específica en Hipnosis Clínica, Gabinet mèdic i psicològic Dr. Romeu.
Licenciatura en Ciencias de la Información, Publicidad y RRPP, Universitat Ramon Llull.
1 Comment
Laia gracias por un artículo tan comprensivo con las características de los de mi especie. Lamentablemente, y aunque la sensibilidad es una riqueza, esta alta sensibilidad nos hace sufrir mucho y acabamos extenuados.