“CONECTADOS”: Psicología sin arte
El domingo me puse a ver el programa de Salvados, CONECTADOS, sobre la adicción a las nuevas tecnologías. Me interesaba el tema dada mi profesión y el enfoque que pudieran darle Évole y colaboradores. Lo puedes ver aquí.
El inicio me resultó interesante. Ver un relato en primera persona de una adolescente explicando su relación con el móvil, desde que empieza el día hasta que se acaba y mostrando su actividad y presencia permanente en Instagram, simplemente posando ante la cámara y como dijo su madre, para conseguir cuantos más likes mejor, me sumergió en un tema interno recurrente en mí, sobre la sociedad en que vivimos. El mercado, las tecnologías, el elogio a los cánones de la belleza física (relativa a la restricción), y el ninguneo (para ser suave) a la no tan subjetiva belleza, esta enajenación de la realidad y el olvido de lo que bajo mi concepción, es importante en nuestras vidas, me entristece.
Luego o entremedio, aparecía la presentación de Steve Jobs sobre el primer Iphone, con un discurso de impacto, en el que además predijo lo que hoy es una realidad, que puede ser, más o menos maravillosa: “simplemente maravilloso… es como tener tu vida en el bolsillo”. Ostras, qué mensaje. Utilizó la palabra “maravilloso” para referirse a lo que significaba el iPhone, atribuyéndole un valor superlativamente positivo y atractivo a lo que yo considero sí superlativamente sorprendente, pero no maravilloso. Porque efectivamente, llevamos nuestra vida en el bolsillo de los pantalones, el móvil se ha convertido en una parte más de nosotros mismos. Nos acompaña a todos los sitios.
Es entonces cuando aparece la figura de un profesional experto en el tema de las adicciones a las nuevas tecnologías, el psicólogo terapeuta Marc Masip. La intervención que hizo en el programa de Salvados básicamente me disgustó, no tanto por la diagnosis que hace del problema sino por el tipo de tratamiento que indica para solucionarlo y las formas que utiliza para el mismo.
Estoy en acuerdo con Marc en que esta necesidad y el uso excesivo que muchos hacemos de los smartphones, pueden conducir a lo que se considera una enfermedad de tipo social, más que propiamente mental. La sociedad nos empuja a establecer este tipo de relación de dependencia con nuestros móviles, esta necesidad de comunicarnos y de estar conectados con todo aquello que nos interesa. Según el uso que hacemos y cómo nos afecte el mismo en nuestro día a día (uso inapropiado, afectación en diferentes áreas como la personal, la familiar, social y/o laboral) es cuando podemos considerar que tenemos un problema de enganche al móvil.
Bajo mi punto de vista, en general, hacemos un uso probablemente inapropiado del mismo, en el sentido que adolescentes y adultos utilizamos el móvil y redes sociales muchas horas al día, normalizando su presencia y nuestra conectividad en cualquier situación de nuestras vidas. Así, tal y como cuenta la joven adolescente: “No hay ningún problema si tienes el móvil encima de la mesa, excepto algún profesor, que te puede decir guarda el móvil… entre clase y clase, móvil, móvil…”
Evidentemente, si nuestra vida diaria, sea en el área que sea, se ve negativamente afectada por el uso que hacemos de estos canales de comunicación, y nos cuesta sobremanera modificar los hábitos, es cuando podemos considerar la presencia de una adicción.
Comparto con Marc la idea de que “una adicción (por lo general) viene promovida por problemas anteriores”, o lo que es lo mismo, que la adicción es el “síntoma” de otros problemas latentes. Pero en el tema que ocupa, no tiene porque ser así. Como dijimos, se trata de una enfermedad de tipo social, por lo que nos vemos conducidos a esta realidad, y ese es en sí mismo el problema. Debajo de una relación “adictiva” con el móvil no tiene por qué esconderse otro tipo de problemas personales causantes de la misma. Así que en este caso, discrepo con él.
Discrepo cuando veo la intervención del psicólogo con algunos jóvenes que presentan esta problemática. No me parece adecuado el enfoque que hace sobre el tratamiento y considero su proceder autoritario y restrictivo. Caracteres punitivos que bajo mi consideración van en contra de un buen aprendizaje.
A continuación agrego algunas palabras o mensajes producidos por el psicólogo que bajo mi criterio son inadecuados a nivel psicoterapéutico:
– “Yo le quité el móvil. No hay que olvidar que al final eso es una terapia cognitivo conductual, basada en el cambio de hábitos, por lo tanto, lo que nosotros tenemos con el móvil no deja de ser una conducta, un hábito que hemos adquirido, y por lo tanto es muy difícil dejarlo o cambiarlo, y para ello es necesario un tiempo de abstinencia (refiere meses), un tiempo de adaptación, para poder entender que el móvil no es una necesidad, es una herramienta”.
– En el momento que los jóvenes explican que duermen con el móvil al lado: “pues de eso hablaremos seriamente, porque lo tenéis prohibidísimo… Bueno ya hablaremos de este tema. No quiero ni un móvil en las habitaciones mientras se duerme”.
– Si bien pienso que es una buena intervención ayudar a los jóvenes a que se den cuenta que la creencia sobre “tengo el móvil encima por si recibo un mensaje importante” es una trampa que nos imponemos para no separarnos de él, tengo que decir que la forma en que Marc les preguntó sobre la importancia de los mensajes que pueden recibir, me pareció inapropiada tanto por señalarlos contundentemente con el dedo uno a uno, como por el trasfondo de cuestionamiento hacia sus realidades, pareciéndome algo menospreciante y reprobatorio. Me dio la impresión que se convertía en un juez. “…Importante no es que tu novio esté aburrido o que una amiga esté borracha…”.
– “Cuando nos llega un paciente, no quiere dejarlo de consumir… es verdad que muchas veces le quitamos el móvil, y pasan momentos de abstinencia, de mono…Pero con el tiempo se han dado cuenta que pueden vivir sin el móvil y que haciendo un buen uso, a posteriori la vida les va mejor, y ahí está el éxito de la terapia… Primero te lo saco y te enfadas, ya te entiendo, y después estás sin móvil, ves que no pasa nada y aprendes. Después ya tienes móvil y haces un buen uso…”
– “A los chavales no hay que convencerles. Está muy bien la educación de compartir, de explicar. Pero llega un momento que el padre tiene que decidir, que para eso ha tenido los hijos, ¿no? Y si yo no quiero que tengas móvil, no lo tendrás”.
Me preocupa que en un programa de tanto impacto como es Salvados, se presenten como modelos de tratamiento psicológico, formas que están altamente impregnadas de autoritarismo y dominación. En estas intervenciones señaladas se enseña a obedecer y a adoptar el criterio externo del profesional.
En mi consideración, una buena intervención psicológica es aquella en la que el tratamiento está basado en el favorecimiento de una regulación autónoma y consciente por parte del usuario, sin tener que recurrir a actitudes autoritarias e impersonales. Además, las técnicas utilizadas de privación absoluta del móvil durante meses y la posterior entrega de un móvil convencional, me parecen erróneas y contraproducentes. Erróneas porque pongo en duda que produzcan un cambio de hábitos a medio plazo y si lo hacen, es a través de la restricción, lo que supone un cambio impuesto, no un cambio propio. Contraproducentes porque favorecen el enfrentamiento, con lo que eso conlleva rabia y agresividad.
Acerquémonos a una forma positiva de trabajar, desde la confianza en la capacidad de gestión, la promoción de conductas saludables, el diálogo, la educación y los límites, el refuerzo positivo y el respeto.
Laia Oliva
Psicóloga Psicoterapeuta
Licenciatura en Psicología, Universitat Oberta de Catalunya.
Título de experto en Terapia Cognitiva, Universitat Ramon Llull.
Formación específica en Hipnosis Clínica, Gabinet mèdic i psicològic Dr. Romeu.
Licenciatura en Ciencias de la Información, Publicidad y RRPP, Universitat Ramon Llull.