Dejar de fumar. La verdad sobre el tabaco y su adicción
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Imagínense Uds. que alguien dijera:
«Vamos a fabricar una droga con capacidad para enganchar violentamente a un 90 % de quienes la prueben, y que no manifiesta síntomas nefastos hasta muchos años después de consumirla. Sólo un 5 % de los adictos lograrán dejar la droga cada año, lo que garantiza una gran cantidad de usuarios. Casi todos ellos enfermarán a causa de la droga, la cual aumenta de forma clara el riesgo de padecer cáncer de pulmón, cáncer de boca, enfermedades cardiovasculares, embolias cerebrales, bronquitis obstructivas, úlceras de estómago, complicaciones maternas y fetales, cáncer de vejiga, cáncer de esófago, cáncer de laringe, cáncer de riñón, cáncer de páncreas… y, aún los que nunca la prueban, si están cerca de quien lo hace de una forma repetida, tendrán más riesgo de padecer cáncer pulmonar y enfermedades cardíacas.
«Claro que, para conseguir esto, nos pondremos de acuerdo con las Administraciones de los Estados. La droga va a venderse en centros oficiales y va a producir una generosa cifra de impuestos para sus gobernantes. Las Administraciones verán gozosas cómo entra el dinero en sus arcas, pagado por los millones de adictos que generaremos. Bien es verdad que los gastos engendrados por las enfermedades derivadas de la droga llegarán a ser muy superiores a los ingresos… pero eso será puesto en cuestión por los mismos adictos, los cuales tronarán contra la idea de que alguien les pudiera limitar el uso de la droga. Tampoco lo querrán analizar los estados, que se sienten cómodos con lo que se cobra a corto plazo. La mayor parte de los adictos no creerán estar enganchados (igual que los alcohólicos, los heroinómanos o los cocainómanos) y negarán creer que la droga es responsable de gran cantidad de cánceres y de infartos, a pesar de que las evidencias son implacables. Alegarán el respeto debido a su libre elección sin importarles los percances sociales que provocan (gastos médicos, agresión a los fumadores pasivos…)
«Muchos de los adictos extenderán el uso de la droga, con su ejemplo. Está comprobado que los hijos de padres adictos, por ejemplo, tendrán un riesgo tres veces mayor de ser asimismo drogadictos. Habida cuenta de que, al usar la droga se suministran dosis de ella, de una forma inevitable, a quienes están cerca, muchas personas, sanas y no drogadictas, no tendrán más remedio que consumirla pasivamente, a menos que sean gentes con la voluntad suficiente como para dejar de respirar.
«En muchos países, la distribución de la droga será un Monopolio del Estado. En otros, las Compañías suministradoras de droga, tan poderosas como las mafias que distribuyen drogas prohibidas, pero trabajando a la luz del día, nos constituiremos en poderosos líderes de opinión. A través de la publicidad, a veces encubierta, difundiremos el uso de la droga. Si conviene, organizaremos o propiciaremos actividades deportivas. Muchos deportistas, aunque no empleen la droga, pues es nefasta para su salud deportiva, no harán ascos al dinero que les ofrezcamos. Mediante los medios de comunicación propagaremos la idea de que «el uso de la droga es una opción dimanada de la libertad individual», procurando encubrir el hecho de que los daños sociales (gastos por enfermedades, gastos por horas de trabajo perdidas…) no son individuales sino que los pagan todos los ciudadanos, y olvidando que los drogadictos pasivos también deberían poder hacer uso de su libertad. Las Compañías extenderemos la idea de que «usar la droga en forma moderada, no es malo» ocultando el hecho de que el 95 % de los consumidores lo hace en forma inmoderada, con un uso habitual y diario. Tendremos fácil contubernio con políticos liberales de derechas, que fácilmente repetirán lo de la libertad y, de paso, demonizarán a los buenistas de izquierdas incapaces de explicarse cuando creen tener razón.
«Nos haremos la barba de oro a costa de la drogadicción de gran cantidad de personas. Nos frotaremos las manos mientras millones de consumidores, en todo el mundo, acaban sus días entre sufrimientos. Como que en los países más civilizados se darán cuenta, tarde o temprano, de la realidad del asunto y empezarán a poner pegas para la extensión de la drogadicción, difundiremos su uso en el Tercer Mundo, donde los gobiernos son más fáciles de convencer para colaborar con nosotros, a precio de orillo, a costa de la enfermedad de sus gobernados. La cosa dará para más de cien años. Esto es un momio, y lo demás son truenos.»
Si alguien dijera eso, seguramente le lincharían.
El tabaco crea más de 3.000 sustancias al ser quemado. De ellas, algunas son extremadamente tóxicas: monóxido de carbono, nicotina, alquitranes, incluyendo elementos radiactivos e hidrocarburos aromáticos bien conocidos como generadores de cáncer: nitrosaminas, aminas aromáticas y benzopirenos.
Fumar cigarrillos causa el 25 % de muertes, además prematuras (unas 40.000 muertes en España). Bronquitis crónicas y enfisemas (unas 8.000) y cáncer de pulmón (otras 8.000 muertes) son, junto con el infarto de miocardio (unas 8.000), las causas más frecuentes de muerte debidas al tabaco. El gasto generado por los fumadores es el más alto de los correspondientes a tratamientos médicos y a horas laborales perdidas por enfermedad. Tal gasto es superior a los impuestos generados por la venta de tabaco.
Pero…
Los economistas realistas, y un poco cínicos, echan otras cuentas. Los fumadores viven, por término medio, 22 años menos que los no fumadores. Sus prematuras muertes ocurren, en la mayoría, más allá de la edad en que la gente cotiza y es productiva. O sea, en la edad en que, jubilados, cobrarían sus pensiones a cuenta de fondos públicos. Si cada uno de ellos vive 22 años menos, sumen las percepciones ahorradas (14 por año multiplicado por 22). Otro ahorro: a estas edades los no fumadores (y los fumadores supervivientes) sufren fácilmente demencias vasculares, enfermedades tipo Alzheimer y otras patologías de la vejez que conllevan dependencia. Todo eso es mucho más caro que tratar un cáncer de pulmón (que suele durar poco tiempo, unos dos años) o un enfisema pulmonar, que, en mucho menos tiempo que una enfermedad de Alzheimer, elimina a los responsables de estas patologías mandándolos a un mundo mejor.
O sea…
Que quizá los liberales de derechas son más prácticos y cínicos que los buenistas de izquierdas, pues si los adictos al tabaco se autoeliminan con ventaja sale más a cuenta para el estado (que somos todos) que la gente fume, tosa, se ahogue, y muera hacia los 60-65 años, cuando ya son improductivos, bien por algún cáncer o por fallos cardíacos derivados de las enfermedades pulmonares. Si los asquerosos tosedores mueren sin cobrar sus pensiones, más dinero quedará para quienes no han fumado.
Los cigarrillos, tal como los conocemos, son un invento reciente. En su inicio, se consideraban cursis y levemente afeminados. Los hombres de verdad liaban su propia picadura, usaban pipa, aspiraban tabaco en polvo (rapé), mascaban tabaco o fumaban suntuosos cigarros puros. La primera gran campaña de publicidad para lanzar cigarrillos de papel al mercado, y para conseguir (de paso) que las mujeres fumasen, fue efectuada a principios del siglo XX por Lucky Strike. El genio de tal campaña fue uno de los padres de la publicidad moderna, Albert Lasker. Hacia el final de su vida, Lasker donó su cuantiosa herencia para crear una fundación para el estudio del cáncer. Se sentía inmensamente culpable por haber contribuido a la extensión del tabaco. La Fundación otorga anualmente el Premio Lasker, equivalente del Nobel para investigaciones acerca del cáncer. La esposa de Lasker había muerto por cáncer de pulmón.
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La nicotina es la droga responsable de la adicción
Es un potente estimulante, que actúa provocando la secreción de neurotransmisores, especialmente dopamina, la cualcausan sensación de placer, aumenta el rendimiento, mejora la memoria, disminuye el apetito, reduce la ansiedad y disminuye el umbral para el dolor. Son efectos parecidos a los de las amfetaminas o la cocaína, sólo que en menor intensidad… pero con un coste de compra mucho menor, venta libre, y, en muchos países, tolerancia social.
Para ser una persona que no fuma
Todo fumador de pro sabe que cuando se ve obligado a estar sin fumar padece una serie de molestias. Para evitarlas, los sistemas empleados para ayudar a dejar de fumar son los siguientes:
- Pastillas de nicotina o de lobelina (sustancia muy parecida).
- Parches de nicotina, a través de la piel.
- chicles de nicotina o spray nasal de nicotina.
- Uso del tabaco en polvo para aspirar (rapé).
- Hipnosis.
- Uso de medicamentos que reducen los efectos de la abstinencia. El más usado es el bupropion (Zyntabac®). La nicotina actúa sobre las células productoras de dopamina, el neurotransmisor que, en el cerebro, transmite sensaciones de placer. Cuando falta la nicotina, el cerebro echa en falta su ación de dopamina. El bupropion aumenta la cantidad de dopamina, al actuar en otro punto donde ralentiza su destrucción.
- Champix® (Varenicilina) es una sustancia que se fija a los receptores cerebrales de la nicotina, y la impide actuar en ellos. Tiene un efecto que simula, muy parcialmente, lo que haría la nicotina, con lo que la abstinencia es mucho más llevadera. Por otra parte, al bloquear el efecto de la nicotina real, hace que la persona no note ningún efecto si fuma. Ello supone una motivación suplementaria, una especie de «inyección de voluntad» para quien quiere ser no fumador.
- Acupuntura.
Normalmente, en nuestro gabinete, empleamos la combinación de técnicas de hipnosis, junto con la varenicilina o con parches de nicotina en aquellos casos que presentan una elevada adicción. La hipnosis va encaminada a «grabar» en el pensamiento una serie de ideas racionales, lógicas, que sirvan de soporte a la voluntad en el momento en que vengan las tentaciones de fumar.
Toda persona que pretende dejar de fumar tiene una serie de razones que pueden servir de «motor» a su voluntad. Pero no es menos cierto que, a veces, el impulso hacia el consumo puede ser muy poderoso. Si creamos una serie de automatismos que «disparen» los pensamientos positivos en el momento de la tentación, conseguimos elevar el porcentaje de éxitos. Se trata, en suma, de incrementar la motivación y la seguridad en uno mismo al dejar el hábito.
Licenciatura en Psicología, Universitat Oberta de Catalunya.
Título de experto en Terapia Cognitiva, Universitat Ramon Llull.
Formación específica en Hipnosis Clínica, Gabinet mèdic i psicològic Dr. Romeu.
Licenciatura en Ciencias de la Información, Publicidad y RRPP, Universitat Ramon Llull.