La buena y la mala suerte
“Había una vez un anciano maestro que vivía en un pequeño pueblo de china. Un día, un caballo blanco apareció en su JARDÍN y se acomodó en su establo. Todos los lugareños se presentaron delante del venerable hombre y le dijeron: ¡Oh gran sabio, qué buena suerte has tenido! – A lo que el maestro respondió – No sé si es buena o mala suerte. Lo único que sé es que un día apareció un caballo blanco en mi establo.
Pasaron los meses, y el hijo del maestro montó el caballo, con la casualidad que se cayó y se quedó cojo de por vida. Toda la gente del pueblo se reunieron de nuevo delante de su mentor y le dijeron: ¡Venerable maestro, qué mala suerte has tenido! – A lo que el maestro contestó – No sé si es buena o mala suerte. Lo único que sé es que un día apareció un caballo blanco en mi establo, con el tiempo mi hijo lo montó, cayó y se quedó cojo.
Pasaron los años y el emperador de toda China reclutó a todos los jóvenes para ir a la guerra contra los mongoles. A todos, menos al inválido hijo del maestro. De nuevo, los ciudadanos se presentaron ante el sabio señor y le dijeron: ¡Oh, venerable padre, qué buena suerte has tenido! – Y el anciano respondió – No sé si es buena o mala suerte. Lo único que sé es que un día apareció un caballo blanco en mi establo, con el tiempo mi hijo lo montó, cayó y se quedó cojo, y ahora el emperador no lo llama para ir a la guerra por su cojera.”
La moraleja de este cuento es que la buena o la mala suerte no dependen de los hechos en sí. Los hechos, dependiendo del momento, los interpretamos de una forma o de otra. De por sí, las cosas que nos pasan son neutras y somos nosotros los que les otorgamos un valor. Debemos analizar estas situaciones de la forma más racional posible y entender que lo que nos parece malo para hoy, puede ser bueno para mañana. De hecho, los chinos definen la palabra Crisis entendiendo la conjunción dos conceptos: Cambio y Oportunidad.
A modo de ejemplo, imaginaros lo siguiente. Acordaros de alguna relación sentimental de vuestro pasado. En ese momento erais muy felices, hasta que un día, todo terminó. Sentisteis que era lo peor que os podría haber pasado y que tuvisteis muy mala suerte. Pero el tiempo permite que las personas interpretemos los hechos de una u otra manera.
Por lo tanto, entended que no debemos desmoronarnos ante aquellas situaciones que consideramos malas y de mala suerte, pues lo más probable es que de ellas aprendamos algo y en el futuro, incluso, las recalifiquemos como buena suerte.
Licenciatura en Psicología, Universitat Oberta de Catalunya.
Título de experto en Terapia Cognitiva, Universitat Ramon Llull.
Formación específica en Hipnosis Clínica, Gabinet mèdic i psicològic Dr. Romeu.
Licenciatura en Ciencias de la Información, Publicidad y RRPP, Universitat Ramon Llull.