¿Qué es y para qué sirve la asertividad?
La asertividad es un conjunto de conceptos, técnicas y recursos que una vez conocidos y dominados ayudan al individuo a relacionarse con los demás de forma adaptativa y sana.
La asertividad es un conjunto de comportamientos sociales que refieren autoafirmación. La asertividad refiere el comportarse socialmente tal y como uno es, poder expresar a los demás los propios pensamientos, ideas y sentimientos, desde el respeto y la tranquilidad. Se trata de poder defender nuestros derechos, de respetar las ideas y opiniones de los demás, actuando sin supeditaciones ni arranques agresivos.
Contenido
En las relaciones interpersonales existen 3 tipos de comportamientos, según el cómo establecemos la comunicación con el otro.
1. Pasivo
Esta conducta social se caracteriza por la no expresión de uno mismo, por la sumisión hacia las conductas de los demás. La persona con un comportamiento social pasivo no expresa sus opiniones, sus ideas, sus emociones…y si lo hace lo expresa de forma indirecta o demasiado sutil. No defiende por lo tanto, sus derechos.
La conducta pasiva de uno facilita que el otro establezca una posición de dominancia con él, quedando sus pensamientos, ideas, necesidades y sentimientos, ignorados por el otro.
Esta conducta se da en personas inseguras, con una baja autoestima. Personas que temen el conflicto y asumen una actitud evitativa la cual repercute negativamente en ellos mismos, tanto por parte de los demás (se establecen posiciones de poder) como por la frustración propia que implica el no sentirse capaz de decir lo que uno considera (por miedo), y así, generando rabia y tristeza de forma contenida, empeorando el concepto y la imagen que uno tiene de sí mismo y de los demás.
2. Agresivo
Esta otra conducta se caracteriza por la expresión agresiva hacia el otro. Si bien, la persona puede defender sus derechos y expresar lo que piensa y siente, la forma de hacerlo es completamente inadecuada. Su comportamiento vulnera la libertad del otro, porque no es respetuoso.
El estilo agresivo provoca que el otro/los otros se alejen de uno, porque no queremos estar con personas que nos agredan, que nos falten el respeto o que nos manden.
El estilo agresivo se da en personas dominantes que perciben su realidad como la única posible o también en personas más bien pasivas, que al tratar al fin, de defender sus derechos, lo hacen de forma desproporcional y explosiva. Esta conducta alimenta los sentimientos de rabia y rencor, afectando claramente a las relaciones interpersonales y estableciendo una visión del mundo como “malo” y responsable de mi comportamiento agresivo”. Se produce una atribución causal externa, por lo que se ataca y se culpa al otro.
3. Asertivo
Arriba explicado, el comportamiento asertivo es la forma adecuada de comunicación interpersonal. Este comportamiento genera satisfacción con uno mismo, por lo que se potencia la autoestima, permite establecer relaciones sanas y ser valorado positivamente por el entorno (ganancia social) y por lo tanto, sentirse bien con uno mismo y con los demás. La persona asertiva es aceptada y respetada socialmente. Es una persona con una inteligencia emocional adecuada, por lo que sabe identificar e interpretar sus propias emociones y las de los demás, mostrándose respetuoso y empático con él mismo y con el entorno.
Es un error pensar que la persona es o no es asertiva. Es cierto que hay personas más asertivas que otras, pero también es cierto que según el contexto (familiar, laboral, social…) o la situación nos será más o menos fácil comportarnos de dicha forma. La asertividad se entrena y se mejora.
Claves asertivas
Como seres humanos y sociales tenemos el derecho de darnos voz y expresarnos libremente con respeto, responsabilidad y coherencia, tanto hacia nosotros mismos como con los demás. Las siguientes afirmaciones constituyen derechos asertivos esenciales y deben ser recíprocos.
Tengo el derecho de expresar mis opiniones/sentimientos: Pensamos y sentimos, características básicas del ser humano. Dar expresión a nuestras opiniones y sentimientos nos permite ser, vivir con dignidad.
Tengo derecho a favorecer mis necesidades: Somos responsables de nosotros mismos, de nuestras vidas. Por lo tanto debemos escuchar nuestras propias necesidades y buscar cubrirlas. Hacerlo no es ser egoísta siempre y cuando se respete la libertad del otro.
Tengo derecho a no estar de acuerdo: Las personas somos, pensamos y sentimos diferente. Desde una actitud constructiva y de respeto, es sano poder cuestionar o expresar diferente del otro.
Tengo derecho a decir NO: Somos libres para decidir si queremos/podemos hacer una cosa o no la queremos/podemos hacer. Decir No es una tarea que no nos resulta fácil porque queremos agradar al otro. Sin embargo es necesario, es una forma de autoafirmación y de respeto hacia nosotros mismos. Decir no implica dar alguna explicación o proponer alguna alternativa, para poder ser bien recibido para el demandante.
Tengo derecho a cambiar de opinión: Seres humanos, seres dinámicos, vamos cambiando y evolucionando. Es un claro derecho el otorgarse el permiso para cambiar de opinión. El cambio de opinión indica también riqueza y flexibilidad.
Tengo derecho a no dar explicaciones: No tenemos porqué justificarnos ante los demás. Simplemente actuar de forma responsable y coherente, constructiva y respetuosa.
Tengo derecho a dar/recibir cumplidos: Los cumplidos hacen que nos sintamos bien, tanto darlos sinceramente como recibirlos. El aceptar un cumplido permitimos que la otra persona sepa que apreciamos y que nos gusta lo que nos dice. ¡¿Por qué avergonzarnos?!
Tengo derecho a pedir ayuda o favores: Los adultos somos seres autónomos que convivimos con otros. Así, la vida en sociedad implica podernos ayudar y pedir favores. El pedir ayuda no es una señal de debilidad, simplemente un acto de confianza hacia el otro que puede enriquecernos, colaborando con sus habilidades o conocimientos.
Tengo derecho a equivocarme: ¡¡¡Todos nos equivocamos!!! ¿Por qué este rechazo atroz al propio error? Tenemos derecho a equivocarnos y aceptarlo es muy sano. Me equivoco, lo acepto y procuro reparar mi error.
Tengo derecho a preguntar por qué: Preguntar por qué es un acto de pedir información adicional sobre una situación, un enunciado o una interacción. Esta información puede ayudar a aclarar dudad, ambigüedades, equivocaciones y malentendidos. Al hacer esta pregunta obtenemos información nueva que puede influir en nuestras decisiones.
Tengo derecho a pedir un cambio de comportamiento en el otro: A veces el comportamiento de otra persona nos trastorna o nos molesta. El darle la información que nos está afectando su conducta y solicitarle de forma serena, respetuosa y empática que la cambie favorece un mayor éxito mutuo en la interacción.
Tengo derecho a defender mis propios derechos: Se trata de un acto de afirmación esencial en situaciones en las que los propios derechos han sido infringidos por otros.
Quiero compartir este vídeo sobre la Asertividad, en el que se expone su significado, sus implicaciones, técnicas y estrategias. El vídeo presentado por Adolfo Sánchez Burón, psicólogo y profesor universitario, me parece de gran interés para complementar y enriquecer lo hasta aquí expuesto.
Aprender a decir no
La dificultad que tienen muchas personas para decir no simple y llanamente se traduce en una falta de asertividad, es decir, dificultad para saber cuáles son vuestros derechos como seres humanos y defenderlos sin atacar los derechos de los demás. Lo que sucede al final es que no decís o hacéis aquello que realmente queréis y después os sentís mal por ello.
Para saber si estáis entre estas personas poco asertivas, mirad los siguientes ejemplos:
¿Cuántos de vosotros os habéis encontrado en alguna de las siguientes situaciones?
- Un amigo os pide dinero y se lo dais cuando en verdad no queríais.
- El grupo de amigos ha quedado para ir a cenar y a vosotros no os apetece pero decís que sí para no enfadar a los demás.
- Vuestro jefe os pide más trabajo del que podéis abarcar pero por miedo al despido, lo aceptáis y hacéis más horas de las que os tocan.
- Alguien se está metiendo con vosotros de forma regular y no sabéis qué hacer para que pare de hacerlo.
- En un restaurante os traen un plato que no os gusta pero por vergüenza no pedís que os lo cambien.
- En la cola del supermercado se os cuela alguien pero para evitar la discusión no decís nada.
- En el grupo de amigos alguien se ríe de vosotros y, aunque os sentís ofendidos, soltáis una risita para no crear conflictos.
Como podéis observar, las situaciones pueden ser infinitas, pero seguro que muchos de los que leáis este artículo os reconoceréis en alguno de estos ejemplos:
Causas de la falta de asertividad
1. Desconocimiento
Para poder ser asertivo es importante tener claro cuáles son los derechos de uno. Aunque muchos de estos derechos parecen obvios, en realidad muchas personas los desconocen o no saben llevarlos a la práctica. Algunos de ellos son: tengo derecho a decir que no, a equivocarme, a no sentirme culpable, a cambiar de opinión, a preguntar cuando no entiendo algo, a decir lo que pienso, a pedir ayuda o a no seguir consejos.
2. Autoestima baja
Algunas personas que se valoran negativamente creen no merecer dichos derechos. Hay otras que, por su falta de amor propio, quieren gustar a toda costa a los demás y están dispuestos a renunciar a sus derechos para no sentirse rechazados.
3. Conflictos internos
Muchas veces en terapia, una vez hemos trabajado los derechos asertivos, observo cómo el paciente continúa sin llevarlos a cabo aunque, aparentemente dice entenderlos racionalmente. Frases como estas se repiten una y otra vez: “En mi casa me han educado para ayudar a la gente y cuando no lo hago siento que soy mala persona”, “Si cuando me equivoco no me siento culpable es como si no me importara mi error”, “Quejarse cuando uno recibe un trato injusto es de mala educación”.
Técnicas asertivas básicas
Centrar el tema
Es importante que si alguien nos está atacando injustamente, concretemos sobre las agresiones recibidas. Se ha de preguntar de qué se nos acusa exactamente concretar los hechos para poder defendernos mejor y así evitar la demagogia.
B: ¿Por qué dices que soy un egoísta?
A: Porque siempre piensas sólo en ti mismo.
B: ¿Siempre? ¿Cuándo exactamente?
A: El otro día por ejemplo, no me dejaste usar tu coche.
Coincidir en lo que es cierto
Si te dicen que eres un inútil porque te equivocaste en una ocasión concreta (situación a la que habremos llegado al centrar el tema), aceptarás aquellas opiniones que consideres ciertas y rechazarás aquellas con las que no estés de acuerdo.
A: Es cierto, no lo hice. Pero por ello no me considero un egoísta.
Yo pienso, tú piensas
Hay muy pocas verdades universales, la mayoría de las cosas son cuestión de opinión, por lo tanto continuamos la frase anterior “…pero por este motivo yo no pienso que sea un inútil”.
Disco rayado
Nunca debemos entrar en el juego, lo mejor es que repitáis una y otra vez vuestra opinión y no os mováis de aquí:
A: Quiero que me dejes dinero.
B: Lo entiendo, pero prefiero no hacerlo.
A: Eres un mal amigo, yo lo haría por ti.
B: Lo sé, pero de verdad, prefiero no dejártelo.
A: Eres un egoísta, sólo te pido un favor.
B: Comprendo que te enfades, pero en esta ocasión he decidido que no.
Con este texto espero que os hagáis hecho una pequeña idea de qué es la asertividad y de la importancia de conocerla y llevarla a cabo. Entre otras muchas cosas, ser asertivo os va ayudar a sentiros mejor con vosotros mismos.
Si quieres leer más sobre el tema, te recomiendo dos libros:
– Cuando digo no me siento culpable, de Manuel J. Smith.
– Tus zonas erróneas, de Wayne W. Dyer.
Helena Romeu Llabrés
Psicóloga
Número colegiado: 19543
Licenciatura en Psicología, Universitat Oberta de Catalunya.
Título de experto en Terapia Cognitiva, Universitat Ramon Llull.
Formación específica en Hipnosis Clínica, Gabinet mèdic i psicològic Dr. Romeu.
Licenciatura en Ciencias de la Información, Publicidad y RRPP, Universitat Ramon Llull.
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[…] y autoestima. Por lo tanto, debemos dar respuesta a las calumnias y críticas destructivas con asertividad, descubre tu grado aquí, ni pasiva ni […]