Estoy mal y no sé qué me pasa
“No sé, últimamente no me siento muy bien, aunque tampoco sé exactamente cómo explicar lo que me pasa. De hecho, esta es la primera vez que vengo al psicólogo y no sé si tú me puedes ayudar. En general me siento más insegura, me cuesta más tomar decisiones. Tengo la sensación que estoy todo el día dando vueltas a los mismos problemas y no consigo encontrar solución... sobre todo por las noches, que me paso dos o tres horas pensando antes de poder dormirme y me coge ansiedad y mucho malestar.
Además, no entiendo por qué pero me siento más incómoda con la gente. Siempre he sido un poco tímida, pero desde hace tiempo estoy demasiado pendiente de los demás, de cómo responden, lo que dicen... Y yo me quedo pensando qué decir… que si digo esto se enfadarán o si digo lo otro haré el ridículo. Bufff, es muy pesado, porque cada vez me cuesta más ir a fiestas o simplemente quedar con gente.
Ah, y otra cosa, también estoy más irritable, sobre todo con mi madre y mi novio… Me molesto en seguida y les empiezo a chillar cabreada, pero después, cuando lo pienso mejor, me doy cuenta de que no era para tanto y tengo que pedir disculpas una y otra vez.
Finalmente, también me siento más cansada… Por las mañanas no puedo despertarme, estoy como una zombi… y paso todo el día sin ganas de hacer nada, supongo que por el cansancio… Antes iba al gimnasio pero ahora me cuesta horrores, es como si ya no tuviera fuerza de voluntad… No sé, estoy agobiada… El médico de cabecera me dijo que tomara vitaminas pero no me hacen nada. ¿Qué me pasa?”
La Distimia es un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por presentar inestabilidad emocional en los sujetos que la padecen. Es un tipo de depresión menor que se puede evidenciar de muchas maneras diferentes y en la mayoría de los casos se manifiesta de forma tan leve que no llega a desestabilizar las áreas vitales de la persona, pasando así, muy desapercibida y confundida con las características de personalidad de uno.
En otros casos de más larga evolución, puede empezar a dar verdaderos problemas, momento en el cual la persona acude al profesional a pedir ayuda, no antes. Este trastorno acostumbra a desarrollarse entre finales de la infancia y principios de la adolescencia y que, debido a que es muy poco conocido, se suele confundir con las características de la personalidad del individuo y tiende a no diagnosticarse hasta la edad adulta en la que esta enfermedad empeora y es cuando empieza a dar dificultades más evidentes
De cualquier modo, es una enfermedad molesta, ya que presenta síntomas incómodos y además, en general, es muy desconocida para la gente. De manera que quien la sufre, se siente mal y encima no sabe el porqué de su malestar ni cómo solucionarlo, lo que le añade desesperación y ansiedad.
A nivel neuroquímico, como cualquier trastorno de ansiedad o depresión, esta alteración del organismo es simplemente un déficit de Serotonina (Neurotransmisor) en un circuito determinado del cerebro, que sirve para regular y gestionar las respuestas adaptativas al estrés, como la Ansiedad (huida), la Agresividad (ataque) o la Depresión (refugio).
A raíz de este pequeño desorden de origen genético, por cierto, la persona puede sufrir todo tipo de síntomas, muy dispares los unos de los otros y, en principio, sin relación aparente, aunque todos pueden explicarse a nivel neuroquímico y psicológico.
Otro factor de desorientación y confusión es que la Distimia, muchas veces, empieza en edades tempranas, así que la persona que la padece lo hace desde su infancia o adolescencia, cuando su personalidad se está formando y así los síntomas todavía se confunden más con el carácter del individuo.
Además, también pueden presentarse los siguientes:
La serotonina baja puede causar fatiga, problemas para dormir y trastornos del estado de ánimo. Consulta a un especialista para obtener ayuda.
La solución a este problema es clara y directa: MEDICACIÓN. Los fármacos que se emplean son los desacertadamente llamados antidepresivos, y digo desacertadamente porque este nombre sólo identifica parte de las manifestaciones del problema (la depresión) y puede crear confusión, pues la persona que padece Distimia no tiene que estar necesariamente triste sino que puede sentirse irritable, obsesiva, con falta de concentración, apática, ansiosa o con dolores somáticos, entre otros.
En aquellos casos que también haya aspectos psicológicos implicados, será necesaria terapia psicológica al mismo tiempo que la medicación. Se trabajarán aquellos aspectos que demande el paciente que, en su base, derivan básicamente de una falta de Autoestima. Cada caso es diferente pero en todos hay un factor común a cultivar: el autoconocimiento real de uno mismo para así poder modificar las características que contribuyen a un funcionamiento desadaptativo o inadecuado de la persona.
Algunos de los pacientes que trato se sorprenden cuando les explico lo que les pasa y, de entrada, pueden ser reacios a la medicación, pues creen no necesitarla, pensando que por ellos mismos lo podrán solucionar. Yo siempre digo lo mismo:
“La decisión es tuya. Podemos hacer terapia para intentar compensar a nivel psicológico los desajustes químicos de la enfermedad, y seguro que te va a ir bien y vas a mejorar. Pero si más adelante vemos que no acabamos de avanzar, siempre estamos a tiempo de empezar tratamiento farmacológico.”
La indecisión o la dificultad para tomar decisiones es uno de los síntomas más comunes de la Distimia. Esto es así porque como la conexión que gestiona las respuestas de adaptación al estrés está estropeada (por un déficit de serotonina), la parte racional o pensamiento no puede gestionar adecuadamente la ansiedad, la agresividad o la depresión. Os pongo un ejemplo para que lo entendáis mejor. Si cruzo la calle en rojo y viene un coche a toda pastilla que da un frenazo justo antes de atropellarme, yo me aparto como puedo asustándome, cabreándome o queriéndome proteger. Esta primera reacción no es nada más que la amígdala mandando señales de alerta para que pueda salvar la vida. Pero una vez ha pasado el peligro, interviene mi parte racional que me dice “casi te atropellan, no te ha pasado nada, acaba de cruzar, tranquilízate y la próxima vez ves con más cuidado” y esta parte racional manda una señal a la amígdala para que deje de dar indicaciones de ansiedad, agresividad o depresión. Cuando este cable que conecta el pensamiento racional (lóbulo prefrontal) y la amígdala no funciona, la amígdala no recibe información, las respuestas adaptativas del estrés no paran y continuamos sintiendo miedo, cabreo o necesidad de escondernos y protegernos. Claro, el problema es que el pensamiento no entiende nada, analiza la situación y no percibe peligro pero se siente como si lo hubiera, por lo tanto, interpreta que quizás sí que lo hay y vuelve a pensar una nueva manera de sentirse a salvo, pero el malestar continua, así que vuelve a pensar una y otra vez sin encontrar solución. Aquí se observa otro síntoma muy típico de la Distimia, el pensamiento circular y obsesivo, el hecho de dar vueltas y vueltas a las cosas y no poderlas solucionar. Cuando esto sucede a menudo, al final tomar decisiones se convierte en un martirio porque decida lo que decida me siento angustiado o enfadado, por lo tanto, cada vez me es más difícil poder decidir, me siento terriblemente indeciso.
Los siguientes ejemplos que expondré son casos reales que he modificado un poco para que nadie se pueda sentir aludido. Todos ellos son ejemplos claros de personas con indecisión crónica derivada de una Distimia que una vez empezaron tratamiento con antidepresivos mejoraron sustancialmente y pudieron empezar a tomar decisiones con normalidad.
Se trata de María, una chica de 38 años que trabaja en una empresa de contabilidad. Lleva tiempo intentando quedarse embarazada con su pareja pero les es muy difícil y ya han hecho una in vitro que no ha funcionado. Tiene mucha ansiedad y ha acudido anteriormente a dos psicólogos para intentar aprender a relajarse, sin lograrlo. Los médicos le han dicho que el estrés no es bueno para quedarse embarazada, así que necesita a toda costa calmar su ansiedad. El problema es que quiere ser madre, para ella es un objetivo vital, y como ya lleva mucho recorrido intentándolo y fracasando, se siente desfallecida y con miedo de que jamás pueda lograrlo. Ha pensado en volver a intentar otra in vitro pero dice que con el cóctel de hormonas que le dan se siente fatal y se está planteando pedir una excedencia en el trabajo para poder estar centrada en este proceso. Acude a mi consulta super rallada. No sabe si dejar el trabajo, coger una excedencia o continuar. Le da miedo que, sí lo deja, después le costará encontrar otra cosa. Le agobia pensar que si pide una excedencia después la despidan. Cree que si continua trabajando no podrá afrontar el duro proceso de la in vitro de nuevo. También tiene dudas sobre si realizar otra in vitro o no. El proceso es muy duro y lo pasa fatal. Los médicos le han dicho que es muy poco probable que se quede embarazada. Es un tratamiento muy caro y tiene miedo de perder el dinero, pero si no lo vuelve a probar se quedará siempre con las dudas. Incluso ha empezado a dudar si quiere continuar con su pareja. Todo esto les ha desgastado mucho y empieza a pensar que él no es el hombre adecuado.
Juan es un chico de 35 años de edad con estudios superiores de informática, muy guapo y simpático, con una empresa propia y con un extenso círculo de amigos. A priori parece que su vida es perfecta pero tiene un pequeño problema, es incapaz de mantener una relación de pareja porque es tremendamente inseguro e indeciso. Cuando conoce a una chica que le gusta parece ir todo bien, pero conforme pasa el tiempo y la relación llega al punto de formalización, él se agobia muchísimo. Le empiezan las dudas: ¿Será la chica lo que realmente está buscando? Él ya empieza a tener una edad, si no lo intenta con esta chica, quizás le costará mucho encontrar a otra, pasará el tiempo y ya será demasiado tarde para ser padre. ¿Esta chica le gusta? ¿O sólo quiere continuar con ella por toda esta presión social y personal? Empieza a sentir mucha ansiedad y agobio y deja de responder a la chica. Va pasando el tiempo y el agobio aumenta, seguro que ella empieza a presionarle. Entonces se plantea dejarla pero si lo hace ella lo pasará mal y él no quiere eso. Pero no puede continuar con ella por miedo a hacerle daño. ¿Será que tiene miedo al compromiso? Cuando mira hacia atrás, se da cuenta de que todas sus relaciones han ido igual. Por mucha terapia que hace el problema no se soluciona sino que cada vez es peor.
Julia es una chica de 25 años que vive en Ámsterdam, se fue allí hace tres años para trabajar y estudiar pues aquí en España la situación le era muy complicada. Se encuentra en un punto vital en que no sabe qué hacer. Está pensando en volver a España pues en Ámsterdam no se siente feliz. Todo sí trabaja como dependienta en una tienda de ropa pero no quiere estar toda su vida haciendo esto. Pero cuando piensa en volver se da cuenta de que no podrá costearse los estudios , en cambio, en los Países Bajos no tiene que pagar el módulo de auxiliar de enfermería que quiere hacer, al contrario, desde el primer día hará prácticas que le van a pagar. Todo sí hace siempre mal tiempo y el idioma es super difícil. Pero si vuelve a España habrá perdido tres años de su vida y tampoco puede compaginar los estudios con un trabajo y encima pagarse un alquiler. Está pensando en pedirle ayuda a su madre, pero no quiere volver a pedirle dinero, se siente fatal cuando lo hace. Si vuelve, vendrá a una ciudad grande pues en el pequeño pueblo de dónde proviene no la une nada. Pero en las grandes ciudades la vida es mucho más cara. Cuando estaba en España tampoco era feliz, por eso, entre otros motivos, decidió irse.
Evidentemente, solo con la información que he expuesto en los casos anteriores no se puede diagnosticar un Trastorno Distímico. Tienen que coexistir una serie de síntomas (los que se mencionan en el primer apartado) y se tiene que realizar una entrevista clínica a fondo para conocer antecedentes, aspectos biográficos y de personalidad. Es importante destacar que las dificultades de este tipo no acostumbran a tener una única causa. Normalmente, siempre se deben explorar y trabajar tres aspectos distintos:
En algunas ocasiones los problemas serán de tipo biológico, en otras, de tipo psicológico y en otras, ocasionadas por el entorno. En muchos casos, habrá un poco de dos de ellas o de las tres. De todas formas, expondré algunas pistas que os pueden ayudar a dilucidar si vuestra indecisión puede estar relacionada con una Distimia:- Si ya habéis acudido a varios profesionales solicitando ayuda respecto a vuestras dificultades de toma de decisiones y no habéis obtenido mejora significativa.- Si a lo largo de vuestra vida no habéis experimentado dificultades significativas relacionadas con la indecisión y, de repente, empezáis a tenerlas.- Si no existen motivos racionales aparentes para experimentar dificultades con la toma de decisiones, pues racionalmente lo tenéis muy claro pero a la hora de decidir veis que no podéis.
Pues si se trata de un problema químico se soluciona con medicación, con un tipo de fármacos que se llaman ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina) o como se llaman comúnmente, antidepresivos. Como comentábamos anteriormente, este tipo de dificultades no acostumbran a ser puramente químicas, sino que coexisten dificultades de tipo psicológico y/o del entorno. Por lo tanto, en la mayoría de casos, será necesario un trabajo de tipo psicológico al mismo tiempo. Evidentemente, en muchas ocasiones, la indecisión no tiene ningún componente químico. En estos casos, no será necesario un tratamiento médico. En cualquier caso, si os encontráis en un momento vital complicado en el que os está siendo difícil tomar decisiones importantes y esto os está causando ansiedad o malestar, si veis que por vosotros mismos no conseguís salir del agujero, no dudéis en contactar con algún profesional, si éste sabe hacer bien su trabajo y vosotros os sentís motivados y comprometidos a trabajar, seguro que conseguís buenos resultados y podéis salir del bucle en el que os encontráis.
Helena Romeu Llabrés
Psicóloga Clínica y Forense
Manténgase informado sobre las últimas investigaciones en psicología.